Evaluación vertical

Por: Gerardo Garnica

¿En qué momento la responsabilidad por las funciones que uno ejerce se convirtió en una afrenta a la profesión o en un desprestigio al gremio al que uno se adhiere?

Todo parece indicar que en lo que respecta a la educación pública, tales conclusiones han motivado la negativa constante de algunas secciones magisteriales por someterse a una evaluación que los califique para que ellos a su vez puedan evaluar y calificar a sus alumnos. Los maestros evaluan pero no quieren que les digan si su autoridad docente está en correpondencia con lo que pretenden enseñar en un salón de clases.

Los cambios que sufrieron los artículos correspondientes a la reforma educativa, pretenden extender el control sobre la capacidad de los maestros para ejercer su profesión de la mejor manera posible, siendo evaluados en el desempeño de su labor docente. A pesar de las negativas previas de los maestros del la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y las advertencias del SNTE de que presentaran demandas contra el reglamento de la nueva ley, la reforma educativa es un hecho constituido.

Si bien las voces de oposición a la medida, que ya fue aceptada en varías legislaturas locales, son bienvenidas en el proceso democrático,  lo que se está discutiendo frente a las nuevas medidas es un debate en el fuero del sentido común. Cualquier institución que tenga aspiraciones de mejora debería implementar mecanismos para garantizar que sólo los mejores elementos la conforman y colaboran en su mejora constante. Cuando los maestros se rehúsan a adoptar un sistema que obligue a la evaluación para conservar el puesto, o subir dentro del organigrama de la educación sindicalizada, se están rehusando a mejorar las oportunidades de aprendizaje de los millones de niños que asisten a la escuela, y los millones más que no reciben esta atención.

Aún existen asuntos pendientes para que las acciones de gobierno beneficien de manera sustancial al sistema educativo en México. Desde la formación original de los maestros, en escuelas normales llenas de maestros reprobados y con un monopolio sobre los grados académicos de docencia; hasta los huecos en el gasto educativo del gobierno federal. Pero sí había que comenzar en un lugar, cualquier principio podría abrir más y mejores puertas.

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